miércoles, 2 de febrero de 2011

SALVADOR ALLENDE, EL GUERRILLERO.


Los Hechos

La verdad sobre lo ocurrido en el Chile de 1970 a 1973 ha sido deliberada y permanentemente deformada ante el mundo. Quienes dentro del país lo arrastraron a un caos económico, social, institucional y moral sin precedentes en su historia, junto a aquellos que desde fuera colaboraron activamente para alcanzar la catástrofe final, se confabularon hasta la fecha para ocultar y falsear toda la verdad.

Cómplices de esta tragedia fueron también aquellos que en cualquier parte del mundo, sea por pasiones doctrinarias, ligereza o afán publicitario y sensacionalista, prefirieron callar y no observar la realidad ocurrida en Chile durante los 1.000 indignos y oprobiosos días de la Unidad Popular, durante los cuales fue posible contabilizar más de 100 muertes, de uno y otro bando, debidas a la violencia política imperante. Veamos quiénes fueron los principales actores de este reparto.

Recordemos que el ex-presidente Allende era un marxista-leninista declarado disfrazado de socialista. Similar postura guardaban los partidos políticos mayoritarios de la Unidad Popular como el Socialista, -al cual pertenecía el señor Allende-,y el Comunista. También se autodefinía como marxista-leninista una tercera colectividad conocida como Movimiento de Acción Popular Unitaria –MAPU- y, finalmente, una cuarta agrupación integrante de la ex-UP, el Partido Radical, disponía de un discurso fuertemente teñido de esta doctrina.

Es necesario recordar que en las urnas nunca fueron mayoría, como lo confirma el 36,5 % en las elecciones Presidenciales 1970, el 49,23% en las Municipales 1971 y el 43,98% en las Parlamentarias 1973, y si llegaron al poder debieron agradecérselo a los buenos oficios de la Democracia Cristiana de la época, quienes los apoyaron en el Congreso gracias una figura de alta politiquería conocida como el "Estatuto de Garantías" que este partido acordara con la UP. Salvador Allende, entonces, a través de este estatuto y mediante una reforma de la Constitución, pudo llegar al cargo de primer mandatario gracias los votos DC en el Congreso Nacional.

En un emocionado discurso senatorial y a pocas horas de acceder a la primera magistratura, éste comprometió su más profunda adhesión al referido estatuto. Por tal contubernio, la DC se ganó en la época de los hechos señalados -y hasta el día de hoy- el mote popular de "los tontos útiles".


Debray.

Con el correr de los días y en una de sus célebres conversaciones con su ideólogo marxista el francés Regis Debray, a una pregunta de éste, Salvador Allende le manifestó: (sic) "Ubícate en el período en que se produjo este estatuto y lo medirás como una necesidad táctica"

En la misma entrevista y refiriéndose al "Che" Guevara dijo: "Hay entre Guevara y yo diferencias indiscutibles, pero formales. En el fondo las posiciones son similares, iguales"

Al contra preguntar Debray si se trataba de diferencias tácticas, el señor Allende respondió: "Exacto. Cada dirigente debe proceder al análisis concreto de una situación concreta; esa es la esencia del marxismo. Por eso cada país frente a su realidad traza su propia táctica".


Conclusión: los marxistas siempre han sostenido íntimamente que es moral todo aquello que sirva para destruir a la sociedad explotadora y burguesa hasta su más mínimo vestigio ideológico y cultural, y es moral todo lo que sirve para crear una nueva sociedad. Es cosa de ver lo que ocurre en Cuba.

Es fácil concluir, entonces, que desde la óptica del marxismo un régimen democrático no posee valor alguno, pero sí es un buen camino como cualquier otro, para acceder al poder y de hecho lo seguirá si es viable, tal como ocurrió en Chile.



En aquellos días las declaraciones en tal sentido fueron múltiples, tanto por parte del señor Allende como de los partidos y máximos dirigentes de la UP, con lo cual acreditaron, de paso, que este camino "democrático" que utilizaron fue por conveniencia y estuvo por demás muy lejos de la convicción. A ello es necesario agregar también que el MIR -Movimiento de Izquierda Revolucionaria- cuya relación con el señor Allende y la Unidad Popular no será analizada aquí por escapar al marco de intención de este documento-, fue siempre de corte marxista-leninista y fanático partidario de la denominada “vía armada”.

Aún más, el camino democrático fue completamente descartado durante el transcurso de 1973 desde el momento en que el señor Allende y sus partidarios habían finalmente optado por la vía violenta, tal como el marxismo lo ha hecho a través de su trágica historia, procediendo a internar gran cantidad de armas al país junto a un considerable número de mercenarios de la guerrilla marxista.

Sin embargo y a objeto de atenerse rigurosamente a los hechos, es necesario consignar que, [cualquiera haya sido el motivo], el señor Allende en lo personal intentó seguir la vía democrática; de hecho así lo hizo al menos en un principio, aunque a poco andar terminó siendo una ilusión, al resultar absolutamente sobrepasado por los termocéfalos que fueron sus compañeros de viaje, léase socialistas y comunistas.

La verdad final, no obstante, nos señala otra cosa, pues el ex-Presidente, aconsejado por un equipo de juristas de izquierda y del ideólogo español Joan Garcés, terminó buscando adelantar de alguna forma implantar el marxismo, haciendo uso de un falso respeto y coloreándolo de mucha formalidad en cuanto a la letra de la Constitución y las leyes, pero atropellando reiterada y flagrantemente su espíritu, lo que llegó a conocerse en aquellos días como los "resquicios legales", nichos o falencias que presentaban las casi 17.000 leyes chilenas de aquel tiempo, oscuras y anticuadas, olvidadas y distorsionadas de su contexto, para aplicarlas al avance solapado de la marxistización del país, aun a costa de contradecir las demás leyes y el sentido general de la legislación chilena.

Una vez asumidas la sorpresa y el desconcierto del primer momento, los Tribunales de Justicia y la Contraloría General de la República iniciaron el rechazo al empleo abusivo de tales resquicios por parte del poder Ejecutivo. Entonces el Gobierno UP comenzó a pasar por encima de los fallos de la justicia, mediante el simple expediente de dejarlos incumplidos, o a través de los denominados "decretos de Insistencia" emitidos a todo evento. Estos, conforme a la constitución vigente, posibilitaban al Gobierno prescindir de los reparos efectuados por la Contraloría General de la República, por el simple hecho de que el decreto de insistencia fuera firmado por el Presidente y la totalidad los miembros de su Gabinete; instrumento originalmente concebido para casos calificadísimos y que la UP convirtió en una fórmula rutinariamente usual, con lo cual comenzó a gobernar a espaldas de las leyes vigentes. En otras palabras, al margen de la Ley.

Absolutamente todas las medidas asumidas por el Congreso Nacional de la época y destinadas a sancionar tales infracciones, fueron reiteradamente burladas por el Ejecutivo mediante nuevos "resquicios". Numerosas fueron las oportunidades en que el Parlamento acusó y destituyó a altos funcionarios y Ministros de Estado, y el Presidente, en respuesta, se limitaba a cambiarlos de cargo eludiendo así las sanciones y mofándose del espíritu implícito en la sanción constitucional.

Esta situación de burla llegó a su máximo cuando el señor Allende se negó a promulgar, dentro del plazo señalado por la Constitución, una reforma a ésta despachada por el Congreso Nacional, referente a las áreas de la economía.

Con un Presidente prestando oídos sordos a todas las advertencias y menospreciando absolutamente las sanciones, los poderes del Estado no tuvieron otro argumento, luego de pacientes esperas aguardando una posible salida sin conflictos, que representar al poder Ejecutivo no solo su salida de la Ley, sino de la Constitución. Similares razones esgrimió la Corte Suprema de Justicia en oficio público del 26 Mayo 73 y la Contraloría, en dictamen de 2 Julio 73 y, finalmente, de la Honorable Cámara de Diputados en acuerdo del 22 de Agosto del mismo año.

A la luz de estos antecedentes sólo un conocimiento marginal de los 1.000 días UP explicaría que alguien todavía hoy se atreviera a sostener que esta coalición gobernante se manejó, aunque sólo fuera formalmente, dentro de los límites señalados por la Constitución y las leyes del estado de derecho chileno.

Recordemos al pasar, que el señor Allende dijo al iniciar su mandato: "lavía chilena al socialismo no representará al país efusión de sangre ni problemas económicos", lo que resultaría tan ajeno a la verdad histórica como que su gobierno se ceñiría a la Constitución y a las leyes.

Más de un ciento de vidas debieron perderse por muerte violenta debido a móviles políticos o sociales durante el régimen de la UP. Extremistasencarcelados fueron liberados y calificados por el señor Allende como"jóvenes idealistas", iniciaron de inmediato una serie de asesinatos -seis sucesivos-, entre ellos el del ex-Ministro del Interior del Gobierno de Frei Montalva, Sr. Edmundo Pérez Z. Dirigentes y cabecillas del MIR, también indultados por el Presidente, se encargarían de orquestar los desbordes de la legalidad que tanta sangre costaría al pueblo chileno.

Paralelamente, Chile fue llevado por el gobierno de la UP a la peor crisis económica y social que se tenga memoria en la historia moderna, con la sola excepción de aquellos países azotados por guerras u otros conflictos.

LA ORQUESTA ROJA

En pleno 1973 la crisis económica comenzó a repercutir brutalmente sobre la clase trabajadora, con ingresos “per capita” definitivamente menores al de 1970. El desabastecimiento alcanzó niveles impensados y floreció un mercado informal -negro-, alentado desde las propias empresas estatizadas por el régimen.

Esto no cuadraba con las palabras vertidas por el señor Allende en su Mensaje Presidencial del 21 Mayo 1971, a meses de iniciar su gobierno:"con el menor costo social que sea posible imaginar en nuestras circunstancias..., sin compulsiones físicas innecesarias..., sin desorden institucional..., sin desorganizar la producción..."

Pero la dura realidad histórica nos señala hoy que los chilenos -algunos en su sangre y otros en sus necesidades más primarias- sí fueron sacrificados por el gobiernos de la UP, pero no en provecho de alguna empresa loable, sino a través de la destrucción física, económica y política de una sociedad que tanto había costado organizar y consolidar moral y socialmente.

El Cardenal Raúl Silva Henríquez, fallecido en abril de 1998, recordaría en sus memorias: "Los obispos habíamos concordado en que el golpe había sido previsible y casi inevitable; estábamos conscientes, como muchos en el país, de que la última etapa del gobierno de la UP nos había acercado como nunca antes a un clima de guerra civil, cuya resolución era imprevisible, pero de todas maneras sangrienta; creíamos sinceramente que las Fuerzas Armadas pondrían fin al clima de violencia, y que luego, a la brevedad posible y, como en sus propias declaraciones lo decían, retornarían a sus funciones profesionales". Se tardaron 17 años en hacerlo.

Sólo entonces las autoridades militares decidieron asumir el mando de la nación, luego de esperar durante un plazo prudente y sin comprometer todavía más gravemente el futuro de Chile, por una posible salida legal a la honda crisis, cuya responsabilidad histórica correspondió exclusivamente al señor Allende y a los más conspícuos personajes de la Unidad Popular.

No obstante, cabe señalar que no fueron sólo las autoridades militares quienes desencadenaron el acto final. A la fecha, informaciones en poder de la inteligencia militar señalaban que desde mediados de 1973, la UPtenía claro que su descabellada política económica había sumido al país en un zapato chino y sin una salida democrática posible, como no fuera el abandono del Gobierno por parte del presidente Allende y sus seguidores, asunto todavía más que remota.

Surgió, de acuerdo a dichos antecedentes, la evidencia de una intentona desesperada para apoderarse del país, para lo cual se detallaron planes específicos. Un auto-golpe a ejecutarse a mediados de septiembre de 1973 en todo el país por terroristas extranjeros y paramilitares criollos. Así quedaría demostrado en La Moneda el 11 Septiembre 1973, oportunidad en que la guardiapersonal del señor Allende -bautizada con el eufemístico nombre de GAP (Grupo de Amigos Personales)-, presentó fuerte resistencia a las tropas militares y estuvo compuesto por unos 200 hombre de primer nivel de combate y perfectamente armados. La misma resistencia fue encontrada en días posteriores al "11" en numerosos edificios públicos que debieron ser recuperados tras intensos combates entre militares y paramilitares marxistas, con numerosas bajas para ambos bandos.

A la fecha, se había acumulado una inmensa cantidad de armas ocultas en lugares imposibles de pesquisar, como el palacio de La Moneda y en la propia residencia privada del señor Allende en calle Tomás Moro.

Por su parte, el adiestramiento de los contingentes marxistas se llevaba a cabo localmente en la casa presidencial de calle Tomás Moro y en otra conocida como "El Cañaveral" ubicada en un sector de El Arrayán, utilizada como lugar de descanso por el señor Allende. Estas Escuelas de Guerrilla contaban con abundante literatura, gran número de armamento, salas de clase, profesores de artes marciales y de tiro, explosivos, etc. Existen documentos fotográficos que muestran al ex presidente Allende practicando tiro bajo la tutela de un instructor supuestamente cubano. Los integrantes de estos grupos paramilitares, tal como se documenta más adelante en este libro, fueron preparados en la ex Unión Soviética, Libia, Alemania Democrática (RDA) Argentina y también en Chile, con instructores llegados de diversas partes de América latina y Europa comunista. Los mismos informes de inteligencia señalados líneas arriba, daban cuenta de la presencia de por los menos 10.000 guerrilleros en Chile al 11 Septiembre 1973., hecho que el ex Senador de la RepúblicaCarlos "Mayoneso" Altamirano, por aquellos días el más termocéfalo de la izquierda chilena, reconocería años más tarde en un libro auto biográfico

Para financiar toda esta operación se hizo indebido uso de fondos fiscales y se manejaron presupuestos paralelos a los oficiales en distintas entidades públicas. Célebre por ello llegó a ser el Ministerio de la Vivienda de la época y la Corporación de Obras Municipales, en cuyas planillas figuraron recibiendo sueldos pagados con dinero de todos los chilenos, miles de terroristas criollos y extranjeros de siniestro recuerdo.

La vía violenta se iniciaría con la eliminación, por parte de comandos terroristas, de altos oficiales de las FF.AA y carabineros, como también de connotados dirigentes políticos y gremiales opositores.

Tras los diversos allanamientos llevados a cabo a partir del 11 de Septiembre, se encontró detallada documentación relacionada con la asonada, donde se incluía datos personales relativos a quienes serían eliminados y de la respectivas asignación de terroristas para ejecutarlos, todos identificados mediante seudónimos o "chapas" de combate.

La violencia en marcha era pulida en sus más finos detalles durante el mes de agosto 73 gracias a la sorpresiva visita de dos connotados personajes de la dirigencia comunistas cubana, el vice primer Ministro Carlos Rafael Rodríguez y el tristemente célebre Jefe de la Policía Secreta cubana, Manuel "Barbarroja" Piñeiro. A estas alturas, la clara ingerencia del Gobierno cubano en asuntos propios del país era más que evidente.

Los informes de inteligencia militar chilena de aquellos días dejaron muy en claro que las intenciones últimas de Rodríguez y Piñeiro no eran otras que la de entregar las recomendaciones necesarias para lograr la división de los institutos militares con el evidente propósito de instaurar una guerra civil en Chile, o por lo menos obtener su pasividad ante el auto golpe.

Papeles confidenciales pertenecientes al asesor intelectual del señor Allende, el español Joan Garcés, -y posteriormente acérrimo enemigo de los militares chilenos-, que fueron encontrados tras el allanamiento de su residencia, aparecían propiciando el descabezamiento de las máximas autoridades militares del país. (El día del pronunciamiento este siniestro personaje prácticamente intentaba obligar al presidente Allende que ordenara a Carabineros de Chile "entregar armas al pueblo", con el claro propósito de producir por esta vía un gran derramamiento de sangre. Afortunadamente Salvador Allende en un acto de suma cordura, no prestó oídos a semejante propuesta.)

Ello estaría probado en parte por los llamados a retiro que comenzó a realizar el señor Allende entre el 29 de Junio (Día del tanquetazo: tanques rodearon La Moneda) y el 11 septiembre 73, oportunidad en que solicitara el pase a retiro del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea y dos de sus generales, junto a subdirector de Carabineros. Mientras ello ocurría, la UP sostenía una intensa campaña de críticas contra las Fuerzas Armadas por la aplicación estricta de la Ley de Control de Armas.

Es oportuno incluir aquí la también tristemente célebre carta de Fidel Castro al señor Allende que, en una descarada manifestación de intervención cubana en la vida política chilena, lo llama derechamente a la revolución, le invita claramente al suicidio y deja manifiesta evidencia que el propio Castro resultó ser responsable de las implicancias que posteriormente esta carta tuvo en la determinación de suicidio del señor Allende.

La Habana, 29 de julio de 1973

Querido Salvador:

Con el pretexto de discutir contigo cuestiones referentes a la reunión de los países no alineados, Carlos y Piñeiro realizan un viaje a esa. El objetivo real es informarse contigo sobre la situación y ofrecerte como siempre nuestra disposición para cooperar frente a las dificultades y peligros que obstaculizan y amenazan el proceso. La estancia de ellos será muy breve por cuanto tienen aquí muchas obligaciones pendientes y, no sin sacrificios de sus trabajos, decidimos que hicieran el viaje.

Veo que están ahora en la delicada cuestión del diálogo con la DC en medio de acontecimientos graves y brutales como la muerte de tu Edecán Naval y la nueva huelga de dueños de camiones. Imagino por ello la gran tensión existente entre tus deseos de ganar tiempo, mejorar la correlación de fuerzas para el caso de que estalle la lucha, y de ser posible, hallar un cauce que permita seguir adelante el proceso revolucionario sin contienda civil, a la vez que salvas tu responsabilidad histórica por lo que pueda ocurrir.

Estos son propósitos loables. Pero en caso de que la otra parte, cuyas intenciones reales no estamos en condiciones de valorar desde aquí, se empeñase en una política pérfida e irresponsable exigiendo un precio imposible de pagar por la Unidad Popular y la revolución, lo cual es, incluso, bastante probable, no olvides por un segundo la formidable fuerza de la clase obrera chilena y el respaldo enérgico que te ha brindado en todos los momentos difíciles. Ella puede, a tu llamado ante la revolución en peligro, paralizar los golpistas, mantener la adhesión de los vacilantes, imponer sus condiciones y decidir de una vez, si es preciso, el destino de Chile.

El enemigo debe saber que está apercibida y lista para entrar en acción. Su fuerza y su combatividad puede inclinar la balanza en la capital a tu favor, aun cuando otras circunstancias sean desfavorables.

Tu decisión de defender el proceso con firmeza y con honor hasta EL PRECIO DE TU PROPIA VIDA, (las mayúsculas son del autor) que todos te saben capaz de cumplir, arrastrarán a tu lado todas las fuerzas capaces de combatir y todos los hombres y mujeres dignos de Chile. Tu valor, tu serenidad y tu audacia en esta hora histórica de tu patria, y, sobre todo tu jefatura firme, resuelta y heroicamente ejercida constituyen la clave de la situación.

Hazle saber a Carlos y Manuel en qué podemos cooperar tus leales amigos cubanos.

Te reitero el cariño y la ilimitada confianza de nuestro pueblo.

Fraternalmente.

Fidel Castro

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A propósito de este dictador. Entre otras frases pronunciadas el 1º Enero 1959 en la plaza de La Habana, con motivo de su llegada al poder al mando de un grupo de revolucionarios entre los que se encontraban Ernesto "Che" Guevara y Camilo Cienfuegos -años más tarde se liberaría de los dos-, aseguró que "no le interesaba el poder"; según parece por el camino cambió de opinión. A CINCUENTA años que este sanguinario dictador derrocara al régimen del dictador Fulgencio Batista, entre otras cosas por su servilismo a EE.UU. y su corrupción, Castro se ha perpetuado en el gobierno que encabeza y ha terminado convirtiendo a la isla en un grandioso burdel donde impera el mercado libre del sexo, el mercado negro de los alimentos y de la corrupción, donde lo único rescatable parece ser el deporte y el sistema de salud público.

En los mismos días pero en otro escenario, noticias de prensa aseguraban que tres de los más altos dirigentes de la UP intentaban subvertir a la marinería de la Armada. Se trataba de Miguel Enríquez, secretario general del MIR; Carlos Altamirano (alias "Mayoneso"), secretario general del Partido Socialista "Guevarista" y Senador de la República, y el Honorable Diputado Oscar Guillermo Garretón, secretario general del MAPU, impulsaban un complot entre marineros -cercanos a cien-, y unos pocos sub-oficiales, destinado a apoderarse de dos buques de la Armada en Valparaíso, a objeto de bombardear el puerto en un desapoderado intento por imponer la dictadura del señor Allende.

Estos dirigentes se habían reunido en diversas ocasiones con los jefes de los complotados, conjura que debía estallar a comienzos de Agosto 73. Sin embargo, pocas horas antes de que ello ocurriera el contubernio fue descubierto y se dio comienzo al respectivo juicio militar, en el transcurso del cual el testimonio de más de una veintena de testigos y confabulados, concluyó por envolver en los hechos señalados a estos tres dirigentes, por lo que se pidió a la Corte de Apelaciones del Valparaíso el desafuero de Altamirano y Garretón. La conjura tenía además ramificaciones en el puerto de Talcahuano.

Las intenciones entonces resultaban claras, aún para el más desprevenido observador. La Unidad Popular, no satisfecha con pasar a llevar la voluntad mayoritaria de este país, la Constitución y las Leyes de la República y de paso destruir la economía y las bases morales de todo un pueblo, sembrando el odio, la violencia y la muerte, se aprestaba a dar inicio a la vía violenta en un intento por conquistar el poder absoluto, fundamentado en la fuerza y el crimen y en la implantación de la "dictadura del proletariado" tal como lo reclamara en uno de sus últimos número de la época, la revista del MIR Punto Final.

Vino entonces el golpe militar con la toma del Palacio de la Moneda. ASalvador Allende las cúpulas militares al mando le propusieron una rendición y su disposición un avión para que abandonara el país con el destino que le pareciese conveniente. En principio aceptó, para más tarde quitarse la vida utilizando en ello una metralleta obsequiada y dedicada por el propio Fidel Castro. Esta situación fue utilizada durante mucho tiempo por la propaganda anti chilena presentando el suicidio como un crimen perpetrado por los militares. Pasarían largos años hasta que apareciera en un reportaje de la televisión chilena, el ideólogo y asesor personal del presidente Allende, el francés Debray, reconociendo que en realidad se había tratado de un suicidio.

Cuatro fueron los actores políticos de mayor responsabilidad en lo que puede denominarse como el desastre de la UP: El MIR, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el MAPU.

El Movimiento de Izquierda Revolucionaria se mantuvo prácticamente al margen de la UP; no obstante, sus conexiones con ésta y con el señor Allende en lo personal, fueron siempre estrechas y su intensa fuerza doctrinaria al interior del gobierno UP fue avasalladora. Prueba de ello es que el Grupo de Amigos Personales, o GAP, era dirigido por Max Joel Marambio -hoy acaudalado industrial a alero del gobierno cubano y factotum de la socialité criolla-, quien provenía de las canteras subversivas del MIR.

A poco andar, el gobierno de Salvador Allende procedió a indultar a los cabecillas del MIR Edgardo y Miguel Enríquez, Luciano Cruz, Bautista Von Schouwen, Max Joél Marambio, Sergio Zorrilla, Humberto Sotomayor y Andrés Pascal Allende, hijo de Laura Allende, -hermana del Presidente-, encarcelados por actos de violencia política y delitos comunes, tales como asaltos a bancos, cometidos durante la administración del Presidente Frei Moltalva. De inmediato estos tristemente célebres personajes pasaron a convertirse en "orejeros" del Presidente.

El MIR sí mantuvo estrechas relaciones con el Partido Socialista de Altamirano, con el MAPU de Garretón, con la Izquierda Cristiana del hoy engolado Senador de la República Jaime Gazmuri y, por sobre todo, con el Partido Comunista. No obstante, las extremas consignas del MIR, en honor a la verdad, fueron mayoritariamente e inicialmente repudiadas porla UP, para ser finalmente acogidas. Fueron también los propiciadores de las "tomas", de las "expropiaciones", de los "Comandos Comunales" de los "Cordones Industriales". etc.

Este conglomerado de extremistas y subversivos, antes y después de 1970, propiciaba reiteradamente que debía hacerse uso de la vía armada para asumir el poder del país como único e inevitable camino. Su discurso siempre redundaba en el "ejercicio del poder por parte de los trabajadores", "la confrontación armada con la clase dominante"Así se llega a los días previos al "11", oportunidad en que en una de sus últimas declaraciones afirmaban: "hoy los estrategas de la derrota y de la claudicación llaman a continuar la capitulación por la vía del diálogo (con la DC) y del plebiscito (abandono del poder por parte del Presidente Allende), que asegura al reformismo un lugar en la democracia burguesa" "el pueblo no olvida jamás a sus verdugos".Todo ello deja en evidencia que el MIR estuvo siempre alejado de una posible salida democrática del desastre UP y que su objetivo final era llegar al enfrentamiento armado, como de hecho así ocurrió después del "11".

El partido Socialista por su parte, que tuvo como fundador, entre otros, al propio Salvador Allende, coincidía paralelamente con los planteamientos del MIR, casi desde los primeros días de la administración UP.

HABLA CARLOS “MAYONESO” ALTAMIRANO

El entonces Senador Carlos Altamirano expresaba en forma permanente que el enfrentamiento era inevitable. Lo manifestó públicamente a un periodista de la cadena cubana de noticias "Prensa Latina" en una entrevista publicada como separata en la revista del MIR Punto Final Nº 120, del 22 Diciembre 1970 (puede consultarse en la Biblioteca Nacional):

"No me cabe duda -expresó en la ocasión-, de que a medida de que se radicalice el proceso por la construcción de una nueva sociedad en nuestro país, tendrá que venir un serio enfrentamiento entre las fuerzas conservadoras, tradicionales, que defienden su statu-quo y la que está pugnando por crear una nueva sociedad"

-Pregunta: ¿La Unidad Popular se prepara para este enfrentamiento?

-Altamirano: "Sí. Nos preparamos y pensamos que el desarrollo y la radicalización del proceso debe llevar a ese enfrentamiento..., sin desearlo nosotros, tendrá que venir"

Dos años más tarde, el 1 Marzo 1972, en conferencia de prensa en el Senado, Carlos Altamirano expuso que: "por ningún motivo se devolverían las empresas incorporadas al área social" (expropiadas ilegalmente), y añadió amenazador:"Advertimos que, sin perjuicio de la razón legal y constitucional que le asiste al gobierno, los trabajadores sabrán usar sus propias armas o métodos de combate".Queda claro, entonces, que éste es uno de los personajes a quien debería pedírsele cuentas por pregonar la violencia irracional en Chile y, sin duda, como uno de los responsables directos de la enérgica reacción militar del 11 de Septiembre, en que tanta sangre de culpables e inocentes se vio derramada en nuestro país.

En noviembre de 1972 y con motivo del desarrollo del entonces denominado "Paro de Octubre" en que el país prácticamente quedó inmovilizado, Altamirano declaró al corresponsal de la agencia cubana Prensa Latina: "Los socialistas vemos esto (el paro) como el preludio de una serie de futuros choques de clase, cada vez mayores, que tendrán que culminar en la batalla final por la disputa del poder"¿Es o no un descabellado llamado a la violencia?

Con motivo de el acto eleccionario de marzo 1972, Altamirano agregaría a sus desafortunadas declaraciones: "No resolverán definitivamente la dura lucha de clases dentro de nuestro país" Otro evidente llamado al enfrentamiento.

El 10 Junio 1973, hablando por cadena de emisoras añadió que: "la reacción está empeñada en guerras locales. Como auténtica vanguardia política, asumimos nuestra responsabilidad de conducir al pueblo y a los trabajadores en esta guerra de clases no declarada, que no hemos buscado, pero que tampoco tememos ni esquivamos".

Según la situación del país se hacia más tensa, el Senador Altamirano fue haciendo todavía más explicito su lenguaje. Dirigiéndose a los Cordones Industriales miristas propuso "la creación de tribunales del pueblo, para juzgar a los delincuentes políticos y económicos de la reacción". En un claro llamado a armarse diría: "La actitud de la reacción (opositores) pretende dejar inerme al pueblo, mientras ellos arman hasta los dientes a sus comandos terroristas... El pueblo no es ingenuo... Los puños y la conciencia revolucionaria no bastan para defender la patria..." "el pueblo, -concluyó- está en condiciones de incendiar y detonar al país desde Arica a Magallanes en una heroica ofensiva libertaria y patriótica..."

En la revista Punto Final Nº 177 - 13 Febrero 1973, el periodista de la cubana Prensa Latina le pregunta si el enfrentamiento era inevitable y Carlos Altamirano contesta: ¡Inevitable!

Este guerrillero de cafetín sería uno de los primeros en asilarse tras el golpe militar de 1973.

Años más tarde y al regreso de su largo y dorado exilio Altamirano, en el libro/entrevista de la periodista Patricia Politzer, reconocería que el número de extremistas paramilitares de izquierda presentes en Chile al "11" era cercano a los 10.000 efectivos.

Más aún, cualquier lector que se tome la molestia de revisar el libro cubano"Vindicación de Cuba 1989", podrá enterarse de lo siguiente: página 291, ..."fui condecorado con la Medalla Internacionalista de Primer Grado porque estaba en Chile al frente de los compañeros de Tropas cuando el golpe de Estado en Chile, y cumplí otras operaciones especiales", declaraciones del general cubano Patricio dela Guardia.

¿Tuvo o no responsabilidades un gobierno marxista que alentó y permitió la presencia clandestina de activistas, guerrilleros y mercenarios extranjeros en su país, con el claro propósito de llevarlo a un guerra civil fraticida?

¿Se buscaba o no, llevar al país a un régimen totalitario de corte castrista-leninista?

¿Cuantas de las muertes que ocurrieron el 11 y en fechas posteriores deben agradecerse al inflamado y trasnochado discurso de Altamirano y otros personajes que, lamentablemente, fue escuchado y asumido por tanto cándido que pagaría con su vida tal aventura? Dejemos este juicio a la historia.

A la luz de estos antecedentes se puede arribar fácilmente a la conclusión de que no se trataba de una particular tesis del ex Senador; aún más, en el Congreso PS de febrero 1971 y en su resolución política, se confirmó el mismo criterio: "Sólo cumpliendo estas premisas, el Partido Socialista podrá prepararse a sí mismo y a las masas para el decisivo enfrentamiento con la burguesía y el imperialismo".

"Los socialistas no podemos confiar ni confiaremos en que la defensa de la revolución descanse en los sectores de las Fuerzas Armadas que se vayan ganando para la causa popular. Por el contrario, debemos preparar al partido, primero, y a las masas enseguida, cuando la situación social lo exija, para que el proletariado pueda defender por sí mismo sus conquistas y su revolución. Así los problemas militares de la revolución chilena no son la tarea de un grupo o elite de aguerridos compañeros, sino la TAREA DE TODO EL PARTIDO, de TODA LA CLASE y de TODAS LAS MASAS ALIADAS AL PROLETARIADO. En esta etapa debemos explotar todos los organismos e instituciones burguesas sobre las que tengamos tuició, utilizándolas para nuestros fines..."

Esta frase apareció en el "Informativo" Nº 1 del Comité Regional Santiago Centro del Partido Socialista, en el mes de Julio de 1973.

La intención de dividir las fuerzas armadas para dar inicio a una guerra civil en Chile, no puede haber sido más clara.

Se concluye así que el Partido Socialista en ningún momento descartó la vía armada, sino que además la juzgaba inevitable y, despreciando el posible costo social, también consideraba imposible llegar pacíficamente al total socialismo, o a través de las vías institucionales del aparato burgués establecido. A confesión de partes relevo de pruebas.

HABLA “PATITAS CORTAS” CORVALAN

Los comunistas por su parte, hombres de probada experiencia en muchas partes del mundo, fueron más cautos. Nunca se le escuchó a la colectividad y en particular a este dirigente, declaraciones tan comprometedoras como las del Partido Socialista, salvo hasta el año 1971, en que se publicó el libro "Camino de Victoria" en el cual aparecen textos cuya autoría corresponde al entonces secretario general del Partido Comunista, Luis "Patitas Cortas" Corvalán Lepe y que hablan por sí solos:

En página 26: "...hay quienes han sostenido que es necesario prepararse al mismo tiempo para la vía violenta. Esto es justo en términos generales y ello exige primordialmente contar con un Partido Comunista suficientemente capaz para apreciar los cambios en la situación que obliguen a cambiar de táctica..."

En página 60: "...está claro que en el curso del proceso revolucionario puede resultar imperativo y conveniente pasar de una a otra vía. De ahí la necesidad de estar preparados para cualquier viraje en la situación y de dominar todas las formas de lucha..."

En página 64: "...Ningún Partido Comunista que acepte la tesis de la vía pacífica rechaza priori la vía armada..."

Cabe recordar aquí que Luis Corvalán, alias "patitas cortas", fue detenido por las fuerza militares un poco después del "11". Intentando huir de la inminente captura, se había teñido el pelo. Fue encontrado oculto y orinado bajo una cama. Años más tarde el gobierno militar lo pondría en libertad al canjearlo por un poeta disidente ruso, -Bucovsky- que llevaba varios años encarcelado en Siberia. Corvalán diría, entonces, "fui apresado por una tropa de bandidos. Bucovsky estaba preso por una disposición de la ley soviética". Como si el hecho de no estar de acuerdo con un sistema de gobierno mereciera una cadena perpetua en Siberia. Muy democrático.

Con estos antecedentes a la vista la conclusión surge de inmediato, pues el discurso de los Comunistas de entonces, al igual que el del señor Allende, no difería demasiado, desde el momento en que la elección de la vía pacífica o la vía armada, dependía de las circunstancias y se diferenciaba sustancialmente del discurso del Partido Socialista, quienes entonces creían que la violencia era inevitable.

De lo expuesto líneas arriba se desprende que estos tres partidos conformaron fundamentalmente lo que se denominó Unidad Popular. No obstante, es necesario incluir también un cuarto aunque modesto integrante: el MAPU - Movimiento de Acción Popular Unitaria.

En el periódico "De Frente", del MAPU, de fecha 10 Agosto 1973, página 3, puede leerse un manifiesto del partido en que se rechaza el diálogo con la Democracia Cristiana y el Gabinete con la presencia de militares -el señor Allende los incluyó hacia el final de su período-,"...el pueblo tiene fuerzas suficientes para impedir el golpe de la derecha, sea este constitucional o inconstitucional..." llaman a aplastar y a derrotar al golpismo en cualquiera de sus formas y exigen castigo a aquellos militares que hayan aplicado la Ley de Control de Armas, junto a la remoción de los oficiales reaccionarios de la Armada; a cambiar de inmediato a los mandos comprometidos en el golpismo y recomiendan cortarle a la burguesía elementos vitales como el agua, la recolección de basura, los alimentos, la locomoción, etc.

Y añaden: (En la página 14 del mismo diario se publica un estudio) "La formación de las fuerzas armadas proletarias". Agregan allí que es necesario que todo militante tenga un arma; describe el texto a la insurrección como un arte y se habla de adquirir armas comprándolas, desarmando a las ligas fascistas, apoderándose de depósitos, fabricándolas, etc., dando ejemplos de armamentos improvisados.

Estos antecedentes resultan concluyentes: existe una clara, ineludible, demostrada y definitiva responsabilidad histórica de los jerarcas de la Unidad Popular, en cuanto a la generación de la violencia política en Chile, previo y post 11 Septiembre 1973. Fueron la causa. La que nos llegó después todos lo conocemos. Fue el efecto.

Sectores de derecha aportaron lo suyo. Baste recordar el repudiable asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, señor René Schnaider, perpetrado en octubre de 1970 por extremistas de derecha, en un desesperado intento por impedir la asunción del mando de la nación al señor Salvador Allende. Extremistas de Patria y Libertad, movimiento espontáneo que no tuvo relaciones directas con ningún partido político tradicional de la derecha chilena, también aportaron buena cuota de violencia y de atentados con bombas. Hay que sumar aquí los reiterados llamados a la insubordinación militar realizados por la derecha.

A la luz de este recuento histórico, sin duda imprescindible para comprender en su justa medida lo que se relata más adelante, sólo restaría una necesaria reflexión final: mientras la izquierda y la derecha chilena no asuman sus respectivas responsabilidades en lo ocurrido, no habrá reconciliación posible en Chile. El interés actual de la izquierda radica únicamente en cobrar responsabilidades de lo sucedido sólo a las Fuerzas Armadas, quienes más allá de los abusos que pudieron cometer, no hicieron otra cosa que poner orden ante semejante caos. Y mientras ello ocurre, el otro bando se dedica a llenar sus faltriqueras con dinero y a obviar descaradamente los graves problemas sociales de la comunidad chilena.

Ni perdón ni olvido ha terminado siendo una manida y odiosa frase la izquierda que los verdaderos patriotas chilenos no deben asumir. Deben en cambio perdonar a quienes llevaron al país al deplorable estado en que se encontraba al día del pronunciamiento militar, y no olvidar a quienes hicieron lo imposible para que asumiera en Chile en 1970 un gobierno marxista.

Y así hoy los "renovados" han cambiado el discurso. El Partido Comunista ya no habla de la lucha del proletariado, de la tierra para el que la trabaja, de trasnochadas revoluciones varias y otras monsergas de ingrato recuerdo. Se refiere en cambio, a los derechos humanos, -pero no dice nada de los deberes humanos-, de los conflictos étnicos, de la ecología, de la crueldad del libre mercado, de las "coordinadoras" y de un amplio etcétera, con que aprovechan de emborrachar la conciencia de demasiados "tontos útiles" de buena fe que pueblan este país.

La centroderecha por su parte, sólo se preocupa de ganar dinero y olvidarse de las profundas desigualdades sociales que continúan asolando cruelmente a los chilenos más desamparados. Insiste en seguir viviendo de espaldas a la historia, abonando así el terreno para que la izquierda continúe socavando las bases realmente democráticas de esta sociedad.

Recuérdese que todos los partidos y movimientos de izquierda pasaron después del "11" a la clandestinidad, desde donde continuaron con la subversión y el terrorismo. Y como toda sociedad tiene no solo el derecho sino el deber de defenderse, es entonces cuando comenzaron a actuar los organismos de seguridad de las fuerzas armadas, para poner fin a los actos de subversión y terrorismo que con su secuela de muerte continuaría imperando por años en Chile a partir de esta fecha tan histórica como trágica para esta nación.




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